Mi nombre es Jennifer Valencia, soy de Colombia, donde el 31% de los hogares son de madres solteras o/y cabezas de familia. Muchas de estas mujeres viven en extrema pobreza. Desde pequeña tuve el ejemplo de mi mamá, ya que ella viendo las necesidades de las madres que eran cabeza de familia, decidió, indagar sobre el tema y descubrió que las madres solteras en mi país tenían muy pocas oportunidades de estudiar y trabajar.
Cualificaciones profesionales y areas de especialización
Todo este proceso de indagatoria llevó a mi mamá a buscar medios para apoyar a las madres y logró formar una organización no gubernamental para madres cabeza de familia. Muchas mujeres se sintieron apoyadas, transitando por el camino de búsqueda de un bienestar emocional, ocupacional y espiritual. Sé que desde ese entonces nació mi deseo de ayudar a las personas.
Decidí migrar a este país muy joven y lo hice sólo como una aventura. Sin embargo, al ver la seguridad social, algo que, en ese entonces, en mi país era muy difícil conseguir, decidí quedarme. La violencia vivida en Colombia marcó mi vida. En los años 90 tan sólo siendo una niña, me iba a dormir en la noche, sin saber si iba amanecer viva, no sabía sí esa era la noche en que la guerrilla (grupos armados) entraría a mi pueblo y colocarían bombas, y forzarian a abandonar nuestros hogares. Estas cosas que a la edad de 7 años ningún niño o niña tendría porque preocuparse.
En el año 2015 me mudé de Carolina de Norte a Wisconsin. Fue como empezar de cero ya que no conocía a nadie en este nuevo lugar. Entré a estudiar inglés y computación en un lugar que da clases a hispanos. Allí hice unos cuantos trabajos de voluntariado y conocí a una persona que al igual que yo, tenía el deseo de ayudar a la gente. Un día me llegó la grandiosa oportunidad de pertenecer al programa de Promotoras de Salud y Doulas. Ser parte de este grupo me ha llenado de satisfacción por poder ayudar a la gente, y me ha permitido seguir el ejemplo de mi madre, una mujer maravillosa, quien desde pequeña me inculcó el respeto, la compasión, y el amor hacia los demás.
Yo deseo, que las madres solteras de mi comunidad sepan que no están solas y que hay un grupo de mujeres quienes las pueden orientar acerca de recursos, dar acompañamiento emocional, físico y espiritual, queremos ir frenando este círculo vicioso de barreras socioculturales o autoimpuestas, queremos empoderar a las mujeres, guiarlas para que encuentren su fuerza interior y aprendan a utilizarla, que desarrollen al máximo su talento, el cual todas las mujeres tenemos, y que algunas veces sentimos que no es reconocido. Ahora soy una mujer más fuerte, pienso en el afuera, donde hay un mundo lleno de problemas y de necesidades, un mundo que requiere cambios profundos y radicales.