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Sabiduria Nativa Kichwa LLC

Matilde Cachiguango

Copresidenta

Mi nombre es Matilde Cachiguango y soy Doula y trabajadora de salud comunitaria.

Soy una mujer perteneciente a los pueblos Originarios de América. Soy descendiente de los pueblos que existieron en todo el continente americano antes de la invasión europea. Tengo el orgullo de mantener una relación fuerte con La Pachamama (madre tierra) y esto significa que todos los seres humanos debemos cuidar de su madre y rendirle tributo. Pertenezco a la nacionalidad Kichwa Otavalo, del bello país Ecuador. Nací y crecí en la ciudad capital -Quito, y por ende yo soy una indígena urbana, persona que a pesar de vivir en la ciudad no ha olvidado su raíz ancestral.

Certificaciones y áreas de especialización
  • Matilde es una Doula y Doula Posparto (en proceso)
  • Consultora de lactancia (certificada en proceso) (Healthy Children Project Inc.)
  • Entrenamiento en Parto Consciente, Entrenando la mente, el cuerpo y el corazón para el parto y más allá (Dado por Nancy Bardacke y Larisa Duncan en la Clinica Mayo)
  • Certificada en el Desarrollo de Liderazgo y trabajador de salud comunitaria (Universidad de Milwaukee)
  • Promotora de Salud en educación reproductiva, planificación familiar (Planned Parenthood).
  • Facilitadora de la clase (Cómo vivir saludable con diabetes) y (Tomando control de tu salud) con el Wisconsin Institute for Healthy Aging
  • Facilitadora de la clase clase de nutrición (Pa’Ponerse Saludable) (La tierra hizo mi almuerzo-para niños)
  • Certificado de Resucitación (Madison College)
  • Me siento fuerte y seguro al usar plantas, hierbas y recursos naturales para la curación. Curación en todos los sentidos, mental, espiritual
  • He dado clases de arte con shakiras, desde niños de cuatro años hasta estudiantes universitarios.
  • He recibido más de 500 horas en educación continua de Pediatras, Doctores, profesionales de la oficina de la ciudad, el departamento de salud pública y más. Para que esté preparada para servir a la comunidad.

Les voy a contar un poquito de mi historia. Vengo de una generación muy golpeada por el racismo y la falta de igualdad económica, justicia social y reproductiva por el hecho de ser mujer y para sumar indígena. Recuerdo cuando mi madre nos quiso inscribir a una escuela católica prestigiosa, la directora nos rechazó y le dijo a mi madre que ese colegio era sólo para personas “con apellidos notables.” Pero con su tenacidad, esfuerzo y gracias a las amistades de mis padres ingresamos en una buena escuela. Ahora entiendo que lo más fácil hubiese sido que nuestros padres nos cambiaran de ropa y convertirnos en mestizos.  Eso es lo que la mayoría de gente indígena que emigra a las ciudades termina haciendo. Estadísticamente en el censo de los años 70, 80’s la población ecuatoriana de los pueblos originarios era el 40% y en el censo que se dio en el año 2010 ya éramos solo el 7% de la población. Esta estadística da muchas cosas a pensar y eso ya sería otra historia para otro día. Me gradué del colegio Santa Dorotea, pero por cuestiones de la vida ya no pude seguir más adelante en mis estudios.

Al poco tiempo de casada hubo muchos problemas políticos en mi país y como joven pensé en cómo íbamos a sobrevivir a tan terrible gobierno. En Ecuador, el 8 de marzo de 1999 ocurrió el llamado feriado bancario, que fue el robo de la plata de los depositantes. Los ejecutivos de los bancos se fugaron a vivir a Miami y Panamá. Lastimosamente, esa estafa nacional nos afectó directamente.

Después de un tiempo tuvimos la oportunidad de viajar a los Estados Unidos para debutar con nuestra danza, música y artesanía. Una visita se convirtió en muchos años. Emigre con dos niñas pequeñas y aquí nació mi tercera, a empezar de nuevo sin conocer el idioma, pero con muchas ganas de salir adelante como lo hizo mi madre. Yo me decía “si ella lo hizo, yo también puedo”. Desde que llegamos a este país he luchado para que mis hijas no pierdan su identidad de Kichwas Otavalos. Yo no quería que mis tres niñas sufrieran el racismo al que yo había sido víctima en Quito. Yo creía que este país era tan adelantado en esto del racismo y que eso aquí ya era historia, que eso sólo existía en nuestros países tercermundistas. Pero la realidad al poco tiempo aprendí que este país está sufriendo con las heridas de pensamiento racista de su pasado colonialista.

En todos estos años que he pasado en este país, el arte ha sido mi escape. El crear arte me traslada a mis raíces. Creo que me hace olvidarme de mis problemas y del mundo externo, me llena de emoción cuando termino algo. El arte nos ha mantenido económicamente a mi familia todos estos años.

Mi esposo y yo hemos logrado que nuestras hijas se identifiquen con mucho orgullo de su procedencia y su herencia ancestral y mi sueño — que fue el de mis padres también — es que lleguen a ser profesionales indígenas. Este sueño casi lo están cumpliendo después de tantas barreras que pasamos por ser inmigrantes. Mi primera hija es una Ingeniera Civil y se graduó en la Universidad de Wisconsin-Madison. Un sueño que creíamos imposible por cuestiones económicas y más. Mi segunda quiere ser enfermera y va poquito a poco con su sueño trabajando duro por ahora como asistente de enfermera. La más idealista es mi tercera hija, quien quiere salvar al mundo. ¡Ya veremos dónde la lleva la vida!

De las vueltas que da la vida,  se me propuso integrarme a un grupo de las Promotoras de Salud de Centro Hispano . Que ahora somos la primera cooperativa de mujeres  latinas e indígenas en el Condado de Dane Raíces para el Cambio. Y bueno mi vida ha cambiado mucho desde entonces. He aprendido tantas cosas y conocido a mucha gente. Se me ha abierto las puertas que  pensaba ya cerradas en cuanto a mi crecimiento personal.

Todo esto me ha hecho valorar mi conocimiento ancestral que recibí de mi madre y mi abuela. Con este conocimiento, ahora me siento fuerte y segura al usar plantas, hierbas y recursos naturales para la curación. Curación en todos los sentidos, mental, espiritual y la salud interior.

Lo que estoy haciendo ahora llena mucho mi ser interior porque estoy compartiendo lo que he aprendido a lo largo de mi vida con mi comunidad actual. También ayudo a las madres que su parto sea más respetado. Con la capacitación que recibí, ahora estoy trabajando para convertirme en una Doula Certificada. Utilizo mi propio conocimiento y sabiduría personal para ayudar a cada madre en todo lo que se me permite; con el parto, posparto y durante todo el embarazo. Me parece importante que todas las madres sepan por lo que están pasando y que sus sentimientos sean válidos. Apoyaré a las madres que necesitan mi ayuda tanto como pueda y les ayudaré a tener un parto natural justo.

Por último, quiero asegurarme de que los jóvenes estén incluidos en mi trabajo. He dado clases de arte, desde niños de cuatro años hasta estudiantes universitarios en la UW. Esta vez, dándoles a los estudiantes tiempo para soñar. También doy mi opción en las reuniones escolares y trato de hacer que la educación tenga más equidad que igualdad.

Me gustaría que junto con las organizaciones aliadas, podamos trabajar como un colectivo {en Minga} para que exista una sociedad más justa e inclusiva que valore su diversidad. Todas las cosas que hago me hacen una mejor mujer, madre, hermana, hija y ser humano.

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